Se dice que en el reino purembe que tenía asiento en el Malpaís Negro vivía una doncella, hermosa, que estaba enamorada de un príncipe de un reino cercano del imperio de los purépecha. El príncipe iba a visitarla todos los días, y disfrutaban largos ratos paseando en canoa por las ondas de la laguna, desde donde contemplaban la salida del sol.
Pero un día, los deberes de su jerarquía reclamaron al príncipe y éste se alejó de la dulce doncella. Pasaron los días y el príncipe no volvía. La doncella, desesperada, desoyendo los consejos de su madre, decidió ir en busca de su príncipe amado.
Se dirigió a la laguna, pasando por los sagrados cúes del Uringuarapexo y bajando a la orilla, tomó una canoa para cruzar las aguas e ir en busca de su amado, pero la inexperiencia de la doncella hizo que la frágil embarcación se volcara y pereció ahogada, perdiéndose para siempre su cuerpo, cubierto por el manto de las aguas.
Se cuenta que por las noches aparece la doncella, que emerge del agua buscando a su príncipe y que al no hallarlo, se lleva a algún hombre, al que seduce por su hermosura.
Al sonar las doce de la noche, la fantasmal pero bella aparición surge de las aguas de la laguna y sube por las calles hasta la plaza Cívica Morelos, corazón de la ciudad, donde a los jóvenes que se encuentra los invita a su casa, pidiéndoles que la sigan. Si alguno, seducido por la belleza de la joven, accede, es hipnotizado por ella, encaminado hacia la laguna, donde entran en las aguas, ahogándose inmediatamente el incauto galán. El hecho curioso de que año con año la laguna cobre más de alguna víctima, sobre todo en los días de Semana Santa, ha despertado la creencia popular que la laguna es mujer, porque se lleva «puros hombres», a quienes por cierto ha sido difícil rescatar, asegurándose que «ella los quiere retener.